Bebidas energéticas y sus riesgos
Las bebidas energéticas emergieron en el mercado mundial en los años 90. Si bien en Asia existen y consumen desde los años 60, no fue hasta principios de los años 90 que, su consumo, se extendió por Europa y el resto del planeta. Austria fue el primer país europeo en empezar a comercializar a gran escala una bebida energética y desde ahí, su uso, no ha parado de crecer convirtiéndose en un negocio que mueve miles de millones al año.
¿Por qué han emergido con tanta fuerza?
El gran crecimiento en el consumo de estas bebidas, ha sido posible gracias a un trabajo de marketing poderoso que ha explotado diferentes áreas sensibles del consumidor moderno, logrando vender la bebida como un pasaje al éxito laboral y académico, a la realización de fantasías y a la experimentación de placeres vernáculos.
En este sentido, las compañías fabricantes, han invertido muchísimo dinero en campañas publicitarias gigantes y efectistas que asocian su producto a diversas emociones, situaciones y capacidades muy anheladas hoy en día, sobre todo por los adolescentes y jóvenes. Todo el trabajo de marketing está enfocado en relacionar la bebida con emociones fuertes y excitantes, con situaciones de éxito, apelando a los deseos primarios de eterna juventud, así como también a la potenciación de la sexualidad y el hedonismo.
De esta forma, las bebidas energéticas, lograron colarse en la vida cotidiana, convirtiéndose en el complemento perfecto para las más diversas situaciones. Desde consumirla para estudiar y tener más resistencia y concentración, para ir a trabajar y evitar el cansancio, para combinarla con alcohol al salir de fiesta, o para pasar la resaca producida por ella, una variedad de contextos tan amplia que prácticamente la incorporaban a toda la rutina diaria.
Gracias a esta elaborada estrategia, las bebidas energéticas, se posicionaron como un producto de moda y de consumo masivo, abarcando un amplio rango de edad, que va desde los 14 hasta los 50-60 años.
Cafeína y algo más.
Si bien los componentes de estas bebidas y sus cantidades varían según cada marca, hay ingredientes que se repiten.
La cafeína es un estimulante del sistema central y se encuentra en dosis muy superiores a las recomendadas que las que se encuentran, por ejemplo, en una bebida de cola. Su consumo exagerado produce insomnio, trastornos gastrointestinales, nerviosismos y sensación de inquietud.
Carbohidratos como la glucosa, maltodextrinas, fructosa y sacarosa están presentes en la mayoría de las marcas comerciales en dosis que superan ampliamente las recomendadas por los especialistas para consumo diario, una sola lata de estas bebidas contiene 3 veces la cantidad que los expertos recomiendan.
Los extractos de hierbas de semillas de guaraná, las hojas de hierba mate o nueces de cola, se encuentran presentes en su función de estimulantes.
También encontramos proteínas y aminoácidos como la taurina, glutamina y la arginina. Vitaminas y minerales.
Los efectos que el consumo de estas bebidas tiene en el cuerpo, son similares a los de cualquier otra sustancia estimulante. Intervienen en la actividad del Sistema Nervioso Central, provocando una mayor actividad cognitiva, de alerta y motriz. En otras palabras las personas que las consumen pueden experimentar euforia, sensación de bienestar, vitalidad y una mayor capacidad de concentración.
Cuando son consumidas regularmente, o en exceso pueden provocar diarrea, vómitos, hipertensión, taquicardia, mismos síntomas que provocan otros estimulantes como por ejemplo la cocaína.
Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria en España hay un 62% de adolescentes que pueden llegar a consumir siete litros al mes de este tipo de bebidas energéticas, lo que representa una dosis peligrosamente alta de cafeína y taurina.
Es por esto que diversos actores en el mundo de la salud y la alimentación se han mostrado preocupados por la normalización del consumo de estas bebidas en un amplio grupo de la sociedad sin existir ningún tipo de marco regulatorio que establezca normas para su utilización. Muchos especialistas han expresado la urgente necesidad de regular el acceso a estos productos, junto con diseñar e implementar pautas para su consumo responsable así como también informar acerca de los posibles efectos que su uso puede acarrear.
Bebidas energéticas y otras drogas
Muchos estudios y expertos han manifestado su preocupación sobre el papel que juegan las bebidas energéticas como puerta de entrada a otras drogas.
En las salas de urgencias de hospitales y en las consultas de muchos psicólogos y psiquiatras, estas bebidas, han sido mencionadas dentro de cuadros de abusos de sustancias e intoxicaciones.
En este ámbito, los estudios han podido evidenciar una relación directa entre las bebidas energéticas y el consumo de alcohol. Hoy en día es muy común beber cócteles que incorporan alguna de estas bebidas como ingrediente en su preparación, esta practica es recurrente tanto en el hogar como en lugares de entretenimiento públicos como bares y discotecas.
Si desde el punto de vista sanitario el consumo de estas bebidas supone un riesgo, sin una regulación y etiquetación adecuadas respecto a las cantidades y a las edades recomendadas para su uso, el hecho de mezclarlas con alcohol, las transforma en una bomba de tiempo para la salud de las personas.
La bebida energética es un estimulante del Sistema Nervioso Central, el alcohol, por el contrario, actúa como un depresor de este, al mezclarlos estamos mitigando la relajación que produce el alcohol, con la estimulación que produce la bebida energética, disminuyendo los síntomas de embriaguez y favoreciendo un mayor consumo etílico.
Según el Observatorio Español de las Drogas y las Toxicomanías el 47,5% de los adolescentes entre 14 y 18 consumidores de estas bebidas las ingieren mezcladas con alcohol.
Por otra parte los adolescentes entre 13 a 16 años que consumen este tipo de bebidas evidencian una mayor propensión al uso marihuana en contextos recreativos.
Referido a otras drogas, se ha llegado a observar que el consumo de estas bebidas favorece, el uso de otros tipos de estimulantes, legales e ilegales (de prescripción medica y cocaína respectivamente). Una investigación de la universidad de Maryland aviso acerca de este asunto, evidenciando que los jóvenes adultos que usualmente toman algún tipo de bebida energética son significativamente más proclives a consumir estimulantes legales, cocaína y también a beber alcohol en exceso. En España 2 de cada 3 adolescentes consumidor de bebidas energéticas las consume mezclándolas con cocaína.
Suenan las alarmas
La preocupación acerca del uso de estas bebidas se ha expandido casi tan rápido como lo hizo su popularidad y hoy, no hay muchas dudas respecto a la necesidad de regular de forma más exhaustiva y estricta su consumo.
Cruz Roja realizó una campaña para alertar acerca de los riegos que conlleva el consumo indiscriminado de estas bebidas poniendo especial énfasis en los peligros de mezclarla con alcohol.
Diversos países de Europa, Suramérica y Norteamérica se han visto obligados a dedicar recursos y energía a estudiar acerca de la naturaleza de los efectos de este estimulante en el organismo para así poder establecer las nuevas políticas regulatorias para su uso. En algunos países como Dinamarca y Lituania se ha llegado a implementar una prohibición total. En Francia estuvo prohibido su comercialización y cuando se restableció su venta se hizo con una versión más light en su composición.
España no ha estado ausente en este debate y actualmente se discute una nueva política de etiquetado y una posible prohibición de su consumo a menores de 16 años.
En la actualidad, el poder adquirir este tipo de bebidas es sencillo y no presenta ninguna dificultad, ni para niños, ni adolescentes. Si bien existen etiquetados del tipo “consumir en forma moderada”, “no usar por niños” o “no consumir por personas embarazadas”, estas indicaciones terminan siendo inútiles en su función de transmitir a la sociedad los peligros que el consumo de estas bebidas ocasiona. La dificultad de información equilibrada se presenta mayor aun cuando en contra parte a estas sutiles indicaciones encontramos provocadoras campañas de marketing que venden las bondades y virtudes de estos productos, ejemplificando la lucha de David y Goliat entre la información con fines de salud publica y la publicidad con fines netamente mercantilista. Para los especialistas resulta urgente generar conciencia acerca de los riesgos de mezclarla estas bebidas con otras sustancias y de los rangos etarios permitidos para su consumo.
En resumen, lo fundamental es poder instaurar una regulación moderna, que esté desarrollada con información actual respecto a estas bebidas y sus efectos positivos y negativos en la salud. No se trata de satanizar un producto en sí, sino más bien, de definir adecuada y saludablemente cuales son sus características para así establecer responsablemente quienes pueden consumirla, en qué cantidades y con qué precauciones. Y de esta misma, manera establecer un protocolo para padres y adultos responsables, que les oriente acerca de este tipo de bebidas y sus efectos en los niños, adolescentes y jóvenes que las consumen.